La Compañía Nacional de Teatro Clásico y Nao d’amores llevan a escena la obra de Calderón de la Barca El castillo de Lindabridis La obra está versionada y dirigida por Ana Zamora, Premio Nacional de Teatro 2023. El montaje, de 80 minutos de duración, estará en cartel en el Teatro de la Comedia de Madrid desde el 25 de enero hasta el 10 de marzo. El espectáculo es una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Nao d’ amores, y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Segovia y de la Junta de Castilla y León.
La compañía Nao d’amores, con más de dos décadas dedicadas a la creación artística, colabora de nuevo con la CNCT para llevar a las tablas un Calderón poco conocido, siendo además la primera vez que Ana Zamora aborda a este autor y también su primera incursión en el teatro barroco, tras años dedicada al teatro medieval y renacentista.
El hecho de que la CNTC acoja, una vez más, en su programación a Nao d´amores es un acto de reconocimiento a su valiosísima labor de recuperación de nuestro patrimonio teatral, algo único en el panorama escénico actual. La relación entre ambas compañías viene de lejos y ha fructificado en montajes como Farsas y Églogas de Lucas Fernández, Comedia Aquilana o Numancia, de Cervantes, la más reciente. En esta temporada 23-24 aparte de El castillo de Lindabridis se podrá ver El misterio del Cristo de los Gascones, producción de Nao d´amores estrenada en 2007 y recuperada ahora para programarla expresamente durante la próxima Semana Santa en la sala Tirso de Molina. En palabras de Ana Zamora «A nosotros nos gusta pensar en la finalidad común de Nao d’ amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico en la recuperación del patrimonio histórico y en este sentido hay que entender la selección de este texto de Calderón de la Barca».
El castillo de Lindabridis se editó por primera vez en 1691, aunque se cree que se representó como fiesta cortesana en el Salón Real de Palacio en 1661. Para escribir esta obra, Calderón se había inspirado en el Espejo de príncipes y caballeros de Diego Ortúñez de Calahorra, en concreto en El Caballero del Febo y aunque fue publicada en 1555, como toda buena novela de caballerías, remite a un tiempo anterior, al periodo medieval. Calderón adapta en esta pieza la temática caballeresca a su propio contexto teatral y crea un juego palaciego de aires carnavalescos en el que el Barroco se descubre a sí mismo a través de un Medievo soñado por el Renacimiento. Hoy, en pleno siglo XXI, Nao d ́amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, guiadas por Calderón como aglutinador de tiempos y voluntades, añaden un nivel temporal más a este Castillo de Lindabridis: el de nuestra contemporaneidad.
«Uno de los aspectos que más me interesó a la hora de elegir el texto, era la idea de que el Barroco mira al pasado, que es lo que yo he hecho con esta obra, mirar al pasado desde mi contemporaneidad, y trabajar con Calderón me permite mirar al pasado desde el Barroco». Comenta Ana Zamora
El Castillo de Lindabridis es una obra que tiene todo un artificio perteneciente al teatro cortesano: el lenguaje poético elaborado, la música, la danza, los disfraces, los seres fantásticos, pero está construida sobre el enredo propio de las novelas de capa y espada.
Lindabridis es una historia llena de fantasía, en la que las grandes protagonistas son dos mujeres. Dos mujeres fuertes, que toman la iniciativa. Hay muchas aventuras, luchas de espadas, seres mitológicos, cantos y bailes. Una fiesta en la que el público es parte importante del mundo que se recrea en el escenario. Para Ana Zamora «Lo interesante de esta obra es entender que este viaje de la princesa Lindabridis es una realización personal. Calderón convierte a una princesa encantada que espera en su torre a ser liberada de su encantamiento, en una mujer con capacidad de acción, en una heroína que resuelve sus conflictos, que pilota su nave, en una doncella guerrera que resuelve sus problemas por ella misma ».
La dirección musical corre a cargo de Miguel Ángel López y María Alejandra Saturno, así como los arreglos musicales sobre piezas del barroco que son fruto del arduo trabajo de investigación seña de identidad de Nao d’amores. La música está muy presente en la escena, es un actor más, los personajes cantan y bailan, prestando especial atención a la métrica y a la prosodia del texto.
Cecilia Molano y David Faraco son los autores de un despliegue escenográfico muy complejo y artesano e inspirado en la teatralidad popular occidental. En palabras de Ana Zamora «La idea es crear un espacio escénico que acoge al público, que rompe la cuarta pared, un espacio asumible, asequible, tocable, que acoge. El propio espacio de ficción se genera en los bancos, iguales a los del público, que van cambiando de posición para configurar cosas en las que el público tiene que creer». Como en toda la trayectoria de Nao d’amores en este montaje ha tenido mucha importancia el trabajo de objetos, desarrollado por David Faraco. El vestuario es de Deborah Macías y el diseño de iluminación es responsabilidad de Miguel Ángel Camacho. Además forman parte del equipo artístico Fabio Mangolini, como asesor de movimiento, Jaime Puente como asesor de danza barroca y el maestro de armas de esgrima escénica José Luis Massó ( AAPEE), como asesor de armas.
Con el objetivo de llegar a todos los públicos, la CNTC ha organizado un encuentro con el público el miércoles 7 de febrero. Además, habrá funciones accesibles con subtitulado, audiodescripción, bucle magnético y sonido amplificado el viernes 16 y sábado 17 de febrero.
Fotografías: Sergio Parra