Cuaderno 55
Historia de amor y muerte por antonomasia, de juventud y vejez, del roce entre la clase acomodada y el lumpen, en una sociedad viciada por la preocupación por la “limpieza de sangre”, donde por otra parte prima una venalidad feroz.
“Comedia” en su versión original, luego ampliada y rebautizada “tragicomedia”, la extensa obra presenta las lúbricas vicisitudes de Calisto, de noble linaje, y Melibea, de alta y serenísima sangre, heredera única de Pleberio, junto a sus criados y la “mala y astuta mujer” Celestina.
Una de las peculiaridades de La Celestina, como señalaba Francisco Rico, es que su autor, el bachiller Fernando de Rojas, en vez de seguir la costumbre de limitarlos a un registro humorístico, concede a los personajes de baja condición social una atención y una hondura insólitas hasta tiempos mucho más tardíos en la historia de la literatura occidental.
Otros atractivos de La Celestina residen en su curiosa naturaleza híbrida entre narrativa y teatro, el tesoro de refranes históricos que recoge y, cómo no, la belleza de su lenguaje.